Yo no sé ustedes qué piensen, pero a mí la felicidad no se me suele dar así, naturalmente. Y no es que yo sea una persona infeliz, pero quiero decir que para ser feliz hay que hacer un poquito de esfuerzo… en mi caso particular por lo menos. Uno tiene que poner de su parte, estar en la actitud correcta y saber aprovechar las oportunidades cuando llegan.
El tema con las oportunidades es que a medida que pasan los años, creo yo, se presentan cada vez menos claras. No vienen con un anuncio de neón que dice “hola qué tal, encantada, yo soy una oportunidad de ser feliz, aprovéchame”. Normalmente vienen con trabas, con pegas, con problemas, porque para nadie es un secreto que nada en la vida es gratis.
Creo que la felicidad es un bien escaso, precioso y por lo tanto, caro. Creo que para ser feliz hay que hacer sacrificios y me jode un montón cuando alguien más por pereza o por miedo o por lo que sea, se rinde ante un obstáculo detrás del cual puede estar la felicidad. Sobre todo si estamos hablando de MI felicidad. Y sí, es verdad que nadie le garantiza a uno que este va a ser el último obstáculo o que detrás de él, como en los programas de concurso de TV, está el premio. Pero es que en la vida no hay garantías de nada.
Así que en los días como hoy, en los que me haría llorar hasta el comercial en el que Inextra convertía el platón en una lavadora, tengo que aferrarme más que nunca a la convicción de que mi felicidad está dentro de mí y que lo de fuera son complementos, accesorios, en definitiva prescindibles. Y que si ha de venir alguien, tendrá que ser alguien que sepa lo que quiere, que esté dispuesto a luchar cuando las cosas se pongan difíciles y a esperar cuando el tiempo parezca detenerse. Y sé que pido mucho, lo sé, pero es que creo que lo merezco, así como la persona que esté conmigo merece que yo dé de la única forma como se dar: sin reparos.
@Soltérica
http://www.alomujeres.com/blogs/vdlrvmm/ser-feliz-es-cuestion-de-metodo
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